#1 Confiar VS Creer

Ailime Ahé (!)

¡Qué emoción! Cómo podemos apreciar en el título del post este será el #1 de muchos en esta categoría de DE SUGERENCIA EN SUGERENCIA Ailime &Pensamientos. Siento algo de nerviosismo al escribirlo ya que tengo demasiado que comentaros acerca del tema y no sé cómo redactar mis ideas ¡en serio estoy tan emocionada! Así que sin alargar tanto esta llegadora introducción ¡comencemos!


 ¿Por qué escogí este como primer tema en consejos?
La verdad la idea de hablar de este tema la adquirí mientras terminaba de escribir el Tag de 50 Cosas Sobre Mí. Ya que mi último dato que les compartí fue este:
“Confío en muchos, creo en pocos” –Ailime Rol, 2017
En el otro post no expliqué  a qué me refería con estas palabras, lo cual no es algo muy padre, así que en esta ocasión si lo haré.

Reflexionemos un poco:
  • ¿No les ha pasado la siguiente situación? Al estar buscando una cierta dirección que realmente no sabes cómo dar con ella, acudes a algún peatón “x” y le preguntas sobre dónde se encuentra dicho lugar; él con señas te indica cómo llegar, le agradeces y crees en lo que dijo, tratando así de encontrar por fin dicha dirección. ¿Qué hiciste aquí? No confiaste del todo en esa persona, no le diste tus datos personales ni tampoco le invitaste a que te llevara hasta la dirección; únicamente creíste en sus palabras, decidiste hacerle caso y captar su mensaje, aun sabiendo que había alguna probabilidad que te estuviera jugando una broma y te hubiera mandado a propósito a algún lugar equivocado.
  • ¿Y si en vez de preguntarle  a un peatón “x” le hubieras preguntado a alguien estimado, como un amigo? Imagínate que cuando estabas perdido, hubieras divisado y hablado a Amigo “Y”. Le preguntarías lo mismo: “¿sabes cómo llegar a esta dirección?”. Él por suerte conoce esos rumbos y te indica cómo llegar. Le agradeces y él sugiere llevarte, diciendo que está cerca del lugar a donde va. Aquí confiaste en él, a fin de cuentas comprendes que no tiene malas intenciones contigo y no te molestaría su compañía un rato más. A lo mejor no crees completamente que la dirección que te dio es correcta, porque es un amigo con fama de mentiroso; pero total, cierto o no lo que te dijo decides acompañarse simultáneamente en el trayecto.
¿Qué podemos rescatar de lo reflexionado?
Hay momentos que debemos creer, sin fundamentos sólidos que nos aseguren 100% que la información que recibimos de los demás sea realmente cierta. Hay duda. Y en otras ocasiones, conocemos tanto a la persona que somos capaces de permitirlos entrar en nuestra distancia personal. Compartimos secretos con ellos y pensamientos profundos; no olviden que cuando confiamos en alguien, tenemos la certeza que nunca nos traicionarían ni sus palabras ni sus actos. Algo diferente en creer, donde siempre habrá aunque sea escasa una cierta incertidumbre que nos orille a comprender que sus palabras pueden ocultar algo de falsedad o sus actos no sean completamente sinceros. 
En el ejemplo de arriba; vemos que nosotros creímos en la dirección que nos otorgó el peatón. Mientras que con el amigo, no creemos realmente que nos lleve al domicilio, pero si confiamos que en el trayecto que recorreremos juntos él no intentará nada extraño o peligroso hacia nuestra persona; por lo que finalizamos yéndonos con él.
En nuestro día a día convivimos con tantas personas que reciben diferente trato (No trataremos igual a nuestra mamá que a nuestro compañero ¿verdad?), podemos confiar en algunas más que en otras; o conocemos tanto al entorno que sabemos que “ciertas personas” no son completamente sinceros con nosotros, por lo que preferimos no creer rotunamente en ellas. También hay ciertos aspectos que decidimos ocultar delante de alguna persona “b”, pero que le confiaremos a otra persona “c”. Al mismo tiempo, confiamos en la persona “b” para contarle  un secreto que nunca nos atreveríamos hacerlo con la persona “c”. Como son los problemas familiares que en algunas veces decidimos mantenerlo oculto de los amigos y queremos únicamente confiárselos a nuestros hermanos o primos, pues hay siempre una escala de confianza, no podemos depositarla toda a la “ahí se va”.  
Mientras tanto, podemos encontrarnos con 2 dificultades que nos arrastren al no creer en otras personas:
  1. Al toparse con una persona que nos dé mala espina y que no conozcamos lo suficiente, tratamos de mantener nuestra distancia, pues dudamos de ella. Por ejemplo: Haber ido al baño escolar y al volver al aula te das cuenta que tu celular desapareció, dos compañeros que te dan mala espina comienzan a murmurar mientras observan cómo buscas tu celular. A los segundos decides preguntarles si ellos lo tienen y ellos lo niegan rotundamente pero tú no los conoces suficientes para saber si mienten o no así que comienzas a dudar de verdad en ellos dos.
  2. Al conocer tanto a una persona. Sabes cuáles son sus puntos fuertes y débiles después de llevar una larga relación de confianza con ella, comprendiendo que es buena mintiendo, inventando y/o exagerando historias. Por ejemplo: (siguiendo con el ejemplo del celular perdido) le preguntas a tu mejor amiga (que se siente en el pupitre junto al tuyo) si ella sabe quién tomó tu celular. Ella responde que no sabe nada de él, pero sus labios forman una leve sonrisa por un instante que la delata al instante, ya que sabes que cuando ella miente aparece esa sonrisita. Así que decides dejar de alarmante, porque confías tanto en tu amiga que sabes que te regresará el celular en algún momento de clase. Dicho y hecho, te lo devuelve 10 minutos después diciendo que “sólo quería guardártelo para que nadie lo tomara mientras estabas en el baño”.
¿Cuál es nuestra conclusión final?
Debemos aprender a diferenciar las implicaciones que rodean el confiar y el creer en los demás. Desde pequeños estamos acostumbrados en tener alguna persona de confianza, ya que en ocasiones necesitamos desahogarnos y/o pedir consejos, así alguien se va volviendo nuestro confidente. A la vez, no podemos ir por la vida creyendo todas las cosas que nos dicen, ni tampoco debemos cerrarnos al no aceptar que alguien nos hubiera engañado, ¿recuerdan cuando nuestros padres nos decían sobre la existencia de Santa Claus? Nosotros les creíamos, y cuando caímos en la cuenta que era algo incierto no dejamos de quererlos ni tampoco de confiar en ellos ni tampoco (en la mayoría de los casos) dejamos de creer en sus palabras al decirnos que nos querían.
Los invito a buscar un balance al momento de depositar nuestra confianza y decidir creer en las personas; recuerden que las apariencias engañan, si nos damos la oportunidad de conocer más a los que nos rodean podemos encontrarnos tantas sorpresas, comprender en quién podemos confiar y creer, o en quien podemos creer y no confiar, o en quien podemos confiar pero no creer, o en quien no podemos ni siquiera confiar ni creer. 

Chicos han llegado al final del post.
Muchísimas gracias por llegar hasta aquí. Encontrémonos nuevamente en otro post. 

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